Presentación (Español)

Hola a todos. Bienvenidos a Otra Ronda. Mi nombre es Juan Cruz García, tengo 29 años, argentino, viviendo en Bergamo, BG, Italia desde Mayo del 2022. Me apasiona el mundo de los bares, mi gran sueño es abrir mi propio Bar, el cual estoy estudiando y trabajando mucho para poder llegar a ese objetivo. Soy Bartender, “profesión” que descubrí (o me encontró) de casualidad a fines del 2018, mirando una publicación de Facebook sobre un curso de coctelería a las 3 a.m. de un miércoles de insomnio y de replanteos sobre mi futuro profesional.

Finalizando mis estudios como Contador Publico, me empezó a surgir la incomodidad de preguntarme si realmente quería pasar el resto de mi vida en una oficina trabajando la contabilidad para otras empresas y la verdad que la respuesta caía de maduro. 

Tuve la oportunidad de trabajar en una discoteca como "bartender" para luego terminar siendo responsable de la barra principal. Trabaje duro hasta Enero 2020.

Durante el Covid-19, sin poder desarrollarme en el campo del bar, el encierro me llevó a seguir estudiando y graduarme como Licenciado en Administración. De ese modo, deje asegurada la parte administrativa y contable para cuando decidiera abrir mi propio bar. Pero eso sería tener firme "solo una pata de la mesa", fue así que después del encierro de la pandemia, decidí meterme de lleno en la gastronomía con mi primera oportunidad trabajando como bartender.

Elegí dedicarme al universo de la coctelería, de trabajar detrás y delante de la barra. Descubrir esta profesión fue la causa que hiciera esclarecer aún más mi sueño y todas las cosas que influyeron a que lo deseé tanto. Lo hermoso de trabajar en un restaurante/bar, es que todo puede mutar día a día. Hay momentos en que el trabajo detrás de barra es tranquilo, pero la urgencia en cocina es primordial, y resulta que uno debe ir a dar una mano. O a veces surgen "los imprevistos", falta al trabajo un lavaplatos o un camarero y toca reemplazar ciertas prioridades. Así que puedo decir que he hecho experiencia en muchos ámbitos del rubro. 

¿De donde nace querer tener mi propio bar?


Todo arranca desde pequeño. Vengo de una familia de 4, mis padres Ariel (58) y Mary (58) y mi hermano mayor Facundo (34). Teníamos nuestra casa en Jovita, un pequeño pueblo del sur de la provincia de Córdoba (Arg), donde crecí y pasé toda mi infancia. Mis padres trabajaban en su propio local de ropa, uno de los más icónicos del pueblo. Se trabajaba muy bien y le dedicaban mucho tiempo. 

Los sábados a la noche, era mi padre el último en llegar a casa a las 21:30, ya todos lo esperábamos cambiados y bien vestidos para irnos a cenar. Así que después de su buena ducha estábamos a las 22hs en un restaurante. Generalmente salíamos a comer en uno de los tres restaurantes que había en la pequeña localidad, pero si había necesidad de "respirar otros aires", íbamos a algún restaurante de algún pueblo vecino.

El ritual de salir a comer era (es) hermoso. Irse a bañar para luego cambiarse y ponerse ropa linda, ver a mi madre maquillarse y elegir sus prendas con absoluta determinación. Ella eligiendo mi ropa, no así la de mi hermano mayor, pero digamos que al fin vestíamos parecido ya que lo que le compraban a él me compraban a mí.

Subiamos al auto (el primer auto que recuerdo subir de mis padres era un Renault 19 negro), mi padre elegía un CD del estuche (música ochentosa generalmente) y partíamos rumbo a una nueva “experiencia”.

Decir que la experiencia de un cliente arranca cuando cruza la puerta del restaurante es algo totalmente incorrecto, más en los tiempos nuevos donde nos encontramos inmersos. Hoy la "puerta" de los locales gastronómicos se "abre" aun cuando el cliente agarra su celular  y entra al feed de la red social del bar. En aquel entonces, la puerta a una nueva experiencia se podía abrir en dos oportunidades: llamando por teléfono para efectuar una reserva, o pasando enfrente para ver el "movimiento de gente". Uno ya comenzaba a percibir como podía pasar su noche a menores o mayores rasgos. 

En nuestro caso, la experiencia arrancaba desde casa, y terminaba al introducir las llaves para volver abrir las puertas de nuestro hogar.
Mis padres me ense
ñaron a apreciar la experiencia de salir a comer y beber de una manera casi profesional de una forma inconsciente para ellos.


Luego de dar una mini vuelta en el auto y llegar al lugar elegido para cenar, estaba la parte de bajarse del auto y empezar a "ojear" (metros antes del ingreso) que lugares libres había para sentarse. De lo que estábamos seguros es que la mesa más cercana al baño era la menos deseada. 

Mis padres no tenían la costumbre de reservar mesa, salvo en ocasiones muy especiales. Si el lugar se encontraba lleno, podíamos llegar a esperar máximo 15 minutos, de lo contrario se decidía ir hacia otro lugar. A lo sumo, dábamos una vuelta en el auto y volvíamos a caer.


Al encontrar mesa para cuatro y tener el menú en manos, se observaba el alrededor, la gente, rogar que no se encontrara algún fumador cerca (en aquel entonces no estaba prohibido del todo fumar en espacios cerrados). 

Mis padres no eran de beber alcohol, todo se resumia en botella de agua mineral sin gas y gaseosas. Pero la comida si era muy importante. 

En mi caso particular, estar sentado en la mesa era solo cuando el plato estaba servido. Mientras tanto iba a buscar algún amigo para jugar. Así que lo único que prestaba atención al comer era escuchar a mis padres opinando sobre el plato, si estaba bien hecho, si faltaba o estaba justo de sal. 

Durante la comida, generalmente ellos hablaban de anécdotas que han tenido en consecuencia a la atención al público en el negocio de ropa. Por ahí, si veían a una persona en el restaurante que hacía muchos años que no frecuentaban ver, se contaba una historia vivida relacionada a esa persona.

Después del plato principal se pedía, obvio, el postre, y muy rara vez un café.
Se pedía la cuenta y se dejaba propina (10% del total de la cuenta). Pero no siempre. Cuando la comida no estaba bien cocinada, había a ingredientes recalentados, etc, o algo no sabía del todo bien, el monto de la propina se ajustaba o no se dejaba, pero siempre se hablaba con el encargado para dejar una reseña verbal sobre la experiencia con el objetivo de poder ayudar a mejorar el servicio, todo lo contrario a querer descargarse rencorosamente.

Se saludaba al mozo y nos íbamos de nuevo al auto para dar una última vuelta y regresar a casa. Durante el camino, se hablaba nuevamente sobre el servicio del restaurante, de alguna persona con la que intercambiaron un par de palabras. La conversación duraba hasta que el auto se detuviera en nuestro garaje (parecía todo calculado). La llave al poder abrir la puerta principal, culminaba automáticamente nuestra experiencia del sábado por la noche. 

Vivir esto, durante casi todos los sábados de mi infancia y adolescencia, fue una de las cosas que mas recuerdo con felicidad. Creo que mi mayor desafío sería abrir un bar y recibir a mis padres para que tengan su experiencia. Su pretensión sobre el servicio diría que no es exagerada pero es lo suficientemente exigente como para estar atento a cada detalle.


Para Concluir
La idea de este blog es hablar un poco de experiencias, cocktails, platos, bares a visitar, preparaciones, servicios, hospitalidad y dejar siempre al último alguna receta o algún tip para que puedan aplicar en sus vidas o momentos libres, más allá de si trabajan o no en el sector. Es una herramienta que me sirve en lo personal para poder volcar ideas y experiencias propias y ajenas para el desarrollo de mi futuro bar.

Pienso que sería una buena idea iniciar con una presentación propia de mi persona para entender el contexto de las palabras de estos textos, sobre todo mi sueño y afición por la restauración. Poder contar todo lo que percibo a través de mis ojos y oídos estando inmerso dentro de este universo.

02/01/2025




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